17/9/25

Quiero, no puedo (y aparento): reflexiones en torno al libro de Raquel Peláez



  • Título: Quiero y no puedo. Una historia de los pijos de España
  • Autor: Raquel Peláez
  • Editorial: BlackieBooks
  • Número de páginas: 326
  •     ⭐ Goodreads

1853 Eugenia de Montijo pide su primer Luisvi 

1910 Alfonso XIII pone de moda el veraneo en el norte 

1950 La hija de Franco se casa con Cristóbal Martínez- Bordiú, el pollopera 

1963 Marisol se pone un vestido de Dior en Rumbo a Río

 1965 Abre Bocaccio en Barcelona 

1970 Julio Iglesias inaugura Puerto Banús

1980 Primera sudadera Don Algodón 

1986 Hombres G llevan la palabra «pijo» a las masas 

1992 Isabel Preysler y Miguel Boyer se compran Villa Meona 

2002 Se casa la hija de Aznar en El Escorial 

2003 El Real Madrid ficha a David Beckham 

2011 Cayetano Martínez de Irujo: «Los jornaleros andaluces tienen pocas ganas de trabajar». 

2016 Felipe Juan Froilán de Todos los Santos alcanza la mayoría de edad 

2023 Estalla la «Cayeborroka»  

Hitos de la historia de España, tal como la cuenta Raquel Peláez con mirada profundamente analítica y mordaz. La historia de un país encandilado por las apariencias, donde el imaginario de veleros, monterías, cócteles y bolsos de lujo convive con una creciente y angustiosa desigualdad social.

Con frecuencia hablamos de los Cayetanos, de su aesthetic, sus mocasines con borla y la pulsera con la rojigualda en la muñeca, pero todos sabemos que, aunque los cayetanos son pijos, no todos los pijos son cayetanos. El fenómeno es más amplio, más versátil, más escurridizo. Ya en 2020 las redes sociales se enzarzaban en ese debate, como demuestra el tuit de la imagen, señal de que el “ser pijo” no es una categoría cerrada, sino un caleidoscopio de formas, estilos y aspiraciones.

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Fuente: Twitter

No siempre nos referimos a alguien como “pijo” por su clase social o por su economía, de hecho, en la mayoría de las ocasiones nos guiamos por la apariencia, y es que formar parte del pijerío es una estética aspiracional que, aunque se originó ligado a una elite económica concreta, hoy en día lo reproducen tambien aquellos que no tienen acceso a dicho capital real.

De esto trata precisamente el libro de Raquel Pélaez: Quiero y no puedo. Una historia de los pijos de España. En él la autora tratará de hacer un espejo de la clase media española, esa que vive en un eterno simulacro de pertenecer a una élite a pesar de que la realidad económica no lo sostenga.

El “quiero y no puedo” de los ochenta tenía forma de chaqueta Barbour en un piso de protección oficial; hoy tiene forma de stories desde un hotel boutique pagado a plazos. El mecanismo es el mismo: exhibir un estilo de vida que no siempre se corresponde con la realidad económica. Viajes a destinos exóticos, restaurantes de moda, outfits cuidados al detalle… La diferencia es que ahora no hace falta que nadie nos vea en persona: basta con que lo crea quien nos sigue. La ilusión de pertenecer a una élite se ha democratizado, aunque sea a golpe de crédito rápido.

Si antes ser pijo era una cuestión de apellido, hoy basta con saber posar. Instagram se ha convertido en el nuevo club social donde se mide la distinción: brunchs con aguacate, copas de vino blanco al atardecer, selfies en yates alquilados por horas. La lógica es la misma que describe Raquel Peláez: aparentar naturalidad en lo exclusivo. La foto bien editada sustituye al pedigrí, y el like cumple la función del reconocimiento social. En cierto sentido, la cultura del postureo no ha hecho más que actualizar el viejo sueño pijo: parecer effortless mientras se trabaja mucho (o se gasta demasiado) para sostener la fachada.

El pijo siempre ha vivido de la distinción. No basta con tener, hay que marcar distancia con los demás a través de detalles aparentemente triviales: la marca del jersey, la afición a deportes “nobles” como el golf o la vela, un vocabulario lleno de diminutivos afectadamente casuales. Son señales de pertenencia que funcionan como contraseñas invisibles: si las dominas, eres “uno de los nuestros”; si no, quedas fuera. Esa obsesión por diferenciarse no se ha desvanecido, solo se ha adaptado a nuevas formas de consumo y representación.

Vivimos en una época en la que cualquiera puede comprar unas zapatillas de lujo a plazos, viajar en aerolínea low cost a destinos exóticos o imitar el estilo de las grandes fortunas gracias al fast fashion. Aparentemente, se ha democratizado el acceso a los símbolos de estatus. Pero la paradoja es que seguimos siendo prisioneros de la misma lógica: la de proyectar una posición social que quizá no corresponde a nuestra realidad. La escala social no se derrumba, simplemente se disfraza con filtros de Instagram y créditos al consumo. Thorstein Veblen lo explicó a finales del XIX en La teoría de la clase ociosa: las clases medias tienden a imitar a las altas en su consumo, no por utilidad, sino por prestigio. Esa “emulación pecuniaria” es la columna vertebral del fenómeno pijo y de su pervivencia en la cultura contemporánea. Hoy, más que nunca, seguimos atrapados en esa lógica: compramos no tanto por necesidad como por el deseo de participar de un relato social de éxito. Y en ese relato, el pijo es el guion que seguimos interpretando, aunque con ropa de Zara en lugar de Burberry.

La paradoja es que la industria del lujo no vive principalmente de los ricos de verdad, sino de quienes aspiran a parecerlo. Las grandes marcas se sostienen sobre esa clientela que ahorra meses para comprar un bolso, se endeuda para adquirir un coche que simbolice estatus o se gasta el sueldo en experiencias “premium” que certifican una pertenencia simbólica. El lujo se convierte así en un teatro accesible solo por instantes: puedes entrar en él, pero nunca habitarlo del todo. Lo podemos apreciar en el famoso video viral de Nuria Pajares en el que le regala a su hija su “primer luisvi”, haciendo alusión al conocido bolso de la marca Luis Vuitton que, como muchas otras, construye su fortuna sobre ese grupo social que aspira a la exclusividad del verdadero lujo a través de ahorros y pagos a plazos. No obstante, más allá del gesto materno, lo que se escenifica es la iniciación en un ritual de pertenencia. El bolso no es solo un objeto, sino una contraseña que otorga acceso a ese teatro de distinción. Y lo verdaderamente revelador es que el valor no está en el bolso en sí, sino en mostrarlo, compartirlo y dejar constancia pública del salto (simbólico) a un mundo que, en realidad, siempre permanecerá un poco fuera de alcance.

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Fuente: El mundo

Ese juego tiene una consecuencia evidente: la insatisfacción permanente. Nunca será suficiente, siempre habrá un peldaño más arriba, un modelo más exclusivo, un lugar al que no llegamos. La maquinaria del consumo de estatus se alimenta de esa frustración colectiva: nos mantiene en la carrera por distinguirnos, mientras la línea de meta se desplaza continuamente. En el fondo, ser pijo significa algo más profundo que llevar determinada ropa o hablar de cierta manera: es encarnar un privilegio heredado. El pijo “auténtico” no necesita demostrar nada, porque lo respalda una red de capital económico, cultural y social que se transmite de generación en generación. Ese suelo invisible es lo que marca la diferencia respecto al imitador: el primero pertenece, el segundo se esfuerza en parecer. Al aspirar a reproducir ese privilegio sin cuestionarlo, contribuimos a reforzar un modelo social que sigue siendo excluyente. La lógica del “quiero y no puedo” no desafía la desigualdad, la normaliza: convierte el acceso al lujo en un sueño legítimo, en lugar de preguntarse por qué unos pocos tienen garantizado ese acceso mientras la mayoría solo puede imitarlo. En ese sentido, el pijo no es un simple personaje cultural, sino una pieza clave en la perpetuación de jerarquías sociales disfrazadas de estilo de vida.

Particularmente España tiene una relación extraña con el pijo: lo ridiculiza como caricatura, pero lo admira en silencio y lo imita sin pudor. Ese “odio envidioso” no habla tanto de ellos como de nosotros: revela la incomodidad de una sociedad que, aunque presume de igualdad y de cercanía, sigue atrapada en el deseo de distinguirse, de pertenecer a una élite que observa con sarcasmo, pero también con anhelo. El pijo funciona como espejo incómodo: nos reímos de él para no reconocer cuánto nos parecemos.

Ahí radica la fuerza del libro de Raquel Peláez. Quiero y no puedo no es solo una crónica divertida sobre una tribu urbana reconocible, sino una radiografía de nuestras inseguridades colectivas. Nos recuerda que seguimos midiendo nuestro valor en símbolos de estatus, que la estética del privilegio pesa más que la realidad del privilegio, y que la risa condescendiente hacia el pijo quizá esconde una confesión: que en algún rincón de nuestra vida cotidiana también estamos jugando a serlo.


3/9/25

Reseña | La maldición en la sangre


  • Título:
     La maldición en la sangre
  • Autor: M.L. Wang
  • Editorial: Umbriel
  • Número de páginas: 512
  • ⭐ ⭐ ⭐ ⭐  Goodreads

Durante veinte años, Sciona ha dedicado cada momento de su vida al estudio de la magia, impulsada por el loco deseo de lograr lo imposible: convertirse en la primera mujer en ser admitida en el Alto Magisterio de la Universidad de Magia e Industria.​ Cuando Sciona por fin hace realidad su ambición y se convierte en una alta maga, descubre que sus desafíos apenas han comenzado. Sus nuevos colegas están decididos a hacerla sentir incómoda y, en lugar de un asistente de laboratorio calificado, le asignan un conserje.​ De lo que ni Sciona ni sus compañeros se dan cuenta es que su taciturno asistente no siempre fue un conserje. Diez años atrás, era un cazador nómada que perdió a su familia en su peligroso viaje desde las llanuras salvajes hasta la ciudad. Pero ahora ve la oportunidad de entender las fuerzas que diezmaron a su tribu, lo expulsaron de su tierra natal y mantuvieron a los privilegiados en el poder.​ Al principio, la maga y el forastero mantienen una relación conflictiva. Pero mientras trabajan juntos, desentrañan un antiguo secreto que podría cambiar el curso de la magia para siempre… siempre y cuando no los mate primero.​

La maldición de la sangre combina la fantasía con el dark academia y, personalmente, la he devorado. Es mi primer contacto con la autora y la verdad es que no esperaba una novela tan adictiva y sorprendente, a pesar de que innumerables personas me la habían recomendado.

27/8/25

Reseña | Amanecer en la cosecha


  • Título:
     Amanecer en la cosecha
  • Autor: Suzanne Collins
  • Editorial: Molino
  • Número de páginas: 491

Amanece el día de los Quincuagésimos Juegos del Hambre y el miedo atenaza a los distritos de Panem. Este año, en honor al Vasallaje de los Veinticinco, se llevarán de sus hogares al doble de tributos. En el Distrito 12, Haymitch Abernathy intenta no pensar demasiado en sus probabilidades. Lo único que le importa es que se acabe el día para poder estar con su chica. Cuando anuncian el nombre de Haymitch, todos sus sueños se rompen en pedazos. Lo separan de su familia y de su amada, y lo envían al Capitolio con los otros tres tributos del Distrito 12: una amiga que es casi como una hermana pequeña para él, un chico obsesionado con analizar apuestas y la chica más estirada de la ciudad. Cuando empiezan los Juegos, Haymitch comprende que en el Capitolio quieren que fracase. Sin embargo, algo dentro de él desea luchar… y que el eco de esa lucha llegue mucho más allá de la mortífera arena.

Amanecer en la cosecha revivió, como ya hizo Bálada de pájaros cantores y serpientes, un fandom que desde la publicación de Los juegos del hambre ha crecido y sigue demandando historias ambientadas en Panem. No obstante, a mi parecer ambas novelas muestran una mayor crueldad y complejidad que la saga principal y se agradece. 

12/8/25

Reseña | Semiosis



  • Título: Semiosis
  • Autora: Sue Burke
  • Editorial: Plan B
  • Número de páginas: 333
  • ⭐ ⭐ ⭐ ⭐ ⭐  Goodreads
Nos encontramos ante una novela de «primer contacto» entre un grupo de colonos humanos y las plantas indígenas inteligentes que, en el año 2060, habitan el planeta PAX. Un mundo distante, rico en flora y fauna, al que llegan huyendo de la guerra y el desastre ecológico de la Tierra, y en el que quieren iniciar una nueva vida. Pronto los colonos descubrirán que este «primer contacto» no será el único al que tendrán que hacer frente en Pax y que no todas las nuevas especies inteligentes que se encuentren responderán de la misma manera.


Lo cierto es que siempre he sido más de fantasía que de ciencia ficción, pero hace tiempo que había visto esta novela en goodreads y me había llamado mucho la atención. En general, toda temática que aborde la posibilidad de contacto con otras especies o inteligencia más allá del ser humano, me fascina, y esta novela no ha sido una excepción. 
Antes de comenzar la lectura, no sabía muy bien qué esperarme porque esta es la novela debut de la autora, así que me adentré sin ningún precedente sobre ella. Al margen de que la chica que me lo vendió en el Celsius me dijese que era muy buen libro y que me iba a gustar mucho. Desde aquí he de confesarle que tenía razón. 

31/7/25

El sacrificio como redención en Berserk



Hay obras que no se leen: se arrastran. Berserk es una de ellas. No importa si llegaste por la estética oscura, por la leyenda de Kentaro Miura o por recomendaciones en foros enterrados de internet: al poco tiempo de abrir una página te das cuenta de que no estás simplemente ante un manga, sino frente a una epopeya trágica, que late con la fuerza ancestral de los mitos griegos y con la crudeza filosófica del existencialismo más descarnado.

Y entre las sombras, en el centro del huracán, aparece él: Guts, el guerrero maldito, el niño sin nombre, el hombre atravesado por una herida que no deja de sangrar.

Pero, antes de comenzar: ¿De qué trata este manga? 

Berserk es una obra monumental del manga japonés creada por Kentaro Miura, que comenzó a publicarse en 1989 y, pese al fallecimiento del autor en 2021, continúa siendo una referencia ineludible del medio. Es, ante todo, una historia de supervivencia, de venganza, de lucha interna y externa contra un mundo desgarrador y brutal, narrada con una intensidad pocas veces vista en la ficción contemporánea. Pero también, y esto es esencial, Berserk es una profunda meditación sobre la condición humana.

Su protagonista, Guts, es un mercenario marcado por una infancia traumática y una vida de violencia perpetua. Desde sus inicios como niño soldado hasta convertirse en un guerrero imparable, Guts encarna la figura del marginado que lucha contra el destino, contra los dioses y contra su propia oscuridad. La historia se articula principalmente en torno a dos grandes etapas: la llamada "Edad Dorada", que narra el ascenso y caída de la Banda del Halcón, y la posterior travesía de Guts como guerrero solitario, enfrentado a criaturas demoníacas, pero también a sus propios fantasmas.

En el corazón narrativo de la obra se encuentra la relación entre Guts y Griffith, líder carismático de la Banda del Halcón, cuyas ambiciones divinas desencadenan la tragedia más desgarradora del relato. Este vínculo se convierte en el eje simbólico y emocional de la serie: Guts representa la voluntad individual, cruda y casi nihilista; Griffith, en cambio, encarna la hybris, la ambición desmedida, el deseo de sobrepasar lo humano y alcanzar lo divino, cueste lo que cueste.

Visualmente gótica, argumentalmente trágica y filosóficamente densa, Berserk se mueve entre el horror y la épica, la fantasía oscura y la introspección más íntima. Con claras influencias de la filosofía existencialista, el arte medieval europeo y la literatura romántica, la obra plantea interrogantes esenciales: ¿existe el destino? ¿Hasta qué punto somos dueños de nuestras decisiones? ¿Qué implica resistir en un mundo que nos es hostil?

La voluntad de un hombre se mide por la cantidad de dolor que puede soportar

Heridas abiertas: un protagonista tallado en trauma

Hay una palabra alemana, Schmerz, que designa un dolor que no solo se siente, sino que estructura. Guts es Schmerz hecho carne: cada golpe, cada traición, cada pérdida ha ido forjando no solo su cuerpo, sino también su identidad. Su infancia, marcada por el abandono, la violencia y la supervivencia sin afecto, no es anecdótica, sino matriz: Guts es el resultado de una infancia sin lenguaje amoroso, y eso determina toda su trayectoria.

Freud hablaba del trauma como un retorno constante: algo que no se procesa, sino que se repite. Y Berserk está lleno de ecos. El Guts que conocemos sigue luchando no solo contra apóstoles o monstruos, sino contra un pasado que no se deja enterrar. Cada combate es un espejo.

La hybris: cruzar la línea de lo humano

En la tragedia griega, hybris era el acto de desmesura que provocaba la caída del héroe. Aquiles, Edipo, Agamenón: todos cruzaron un límite, desafiaron lo divino o lo humano, y fueron castigados por ello. Griffith es, en este sentido, un Edipo que no busca la verdad sino la gloria; un Prometeo que no entrega el fuego, sino que se quema a sí mismo por tocar el cielo.

La caída de Griffith, la transformación en Femto, es la consecuencia directa de su hybris: al negarse a vivir sin alcanzar su sueño, sacrifica a todo aquel que lo hizo humano. Pero Miura no lo presenta como un simple villano. Hay en él una lógica trágica, casi nietzscheana: “quien tiene un porqué, puede soportar cualquier cómo”. Y Griffith, sencillamente, no soporta la finitud del cómo.

Guts, por el contrario, es la figura de la anti-hybris: no desea el mundo, solo desea seguir caminando. No busca trascender la carne, sino habitarla, aunque duela. Es una forma de resistencia ética: no como héroe, sino como superviviente. Guts, en muchos sentidos, es un héroe trágico. No solo por su destino cruel, sino por esa voluntad inquebrantable que roza lo inhumano. Él no se detiene. No puede. Lucha incluso cuando el cuerpo ya no responde, cuando ha perdido todo lo que le daba sentido. ¿Es eso admirable? ¿O es, en realidad, la marca de una hybris interiorizada, de una incapacidad para aceptar la fragilidad?

La Matadragones, su gigantesca espada, es más que un arma: es símbolo. No solo destruye, también aísla. Nadie puede acercarse sin ser herido. En su tamaño descomunal hay un mensaje: Guts ha elegido el exceso como forma de supervivencia. Pero todo exceso tiene un precio.

Griffith, el espejo perverso


El antagonista no es solo un enemigo: es la sombra del héroe. Y Griffith no es una excepción. Es carisma, ambición, belleza. Pero también es vacío. Su traición —que no desvelaré del todo por si alguien llega a este blog sin conocer el Eclipse— no es solo una acción concreta, sino un gesto filosófico: la instrumentalización absoluta del otro.

Griffith cree que los sueños justifican los medios. Guts, que la dignidad está en resistir incluso cuando el mundo entero te abandona. La oposición entre ambos no es solo narrativa, sino existencial. Uno encarna el nihilismo estético, el otro el dolor como motor ético. Y sin embargo, Guts no puede cortar del todo su vínculo con él. Porque Griffith no solo fue su líder, también fue, acaso, su primer afecto real. El Eclipse, leído así, no es solo un acto de violencia, sino una forma de traicionar la posibilidad del amor.

El cuerpo como campo de batalla

En Berserk, el cuerpo no es solo una herramienta o un campo de batalla. Es un archivo. Un registro viviente de todo lo que no puede olvidarse: violencias, pérdidas, derrotas, placeres interrumpidos. El cuerpo de Guts es símbolo y sintomatología. Su espada descomunal, su brazo mecánico, su ojo perdido... no son trofeos, sino restos. El cuerpo es la única patria posible en un mundo que lo ha expulsado de todos los hogares. Cada cicatriz es memoria encarnada. Cada herida habla. No por nada, el mayor acto de violencia que sufre Casca también es corporal: su trauma la reduce a un estado liminar, casi animal, en el que el lenguaje ha desaparecido pero el cuerpo sigue recordando.

A este respecto no podemos dejar de pensar en autoras como Judith Butler y Susan Sontag, para ellas el dolor da testimonio. El cuerpo es político porque es frágil, porque no miente. Y en Berserk, la verdad se escribe siempre sobre la carne.

Casca: la locura como refugio

No puedo cerrar este artículo sin mencionar a Casca. Su destino —tan cruel, tan injusto— es uno de los elementos más desgarradores de la historia. Pero lo que más me interesa es cómo Miura representa su locura no como un mero trauma, sino como una forma de disociación. Como si su mente hubiese dicho: “Hasta aquí. No más”.

Casca no enloquece porque sea débil. Enloquece porque, como diría Artaud, “el cuerpo ya no puede con la historia”. Su silencio, su mirada perdida, son también formas de resistencia. No una que empuña una espada, pero sí una que se niega a habitar el horror.

 Lo monstruoso y lo humano: frontera rota.

Una de las grandes preguntas del manga es: ¿qué es ser humano? Y la respuesta, lejos de ser biológica, es ética. Hay Apóstoles que han vendido su humanidad por poder. Pero hay humanos —como Griffith— que, sin transformarse físicamente, se convierten en monstruos por elección.

Berserk no divide en blanco y negro. Las fronteras son porosas. Hay ternura entre los demonios. Hay salvajismo entre los humanos. Lo monstruoso es, muchas veces, el resultado de una herida no escuchada. Guts mismo es leído como bestia por muchos. Pero lo que lo salva no es la moral, sino el cuidado. Su vínculo con Casca, con Puck, con Farnese… son actos de rehumanización frente al abismo.

Podríamos pensar aquí con Julia Kristeva y su noción de lo abyecto: aquello que nos repulsa porque nos recuerda nuestra propia fragilidad. Lo monstruoso en Berserk no está fuera de lo humano. Está dentro, reprimido, temido… hasta que emerge.

 La voluntad de vivir y el eterno retorno.

Frente a todo este horror, ¿por qué seguir? Berserk es profundamente nietzscheano en este sentido. La voluntad de Guts no es épica, sino vital. No pelea por la justicia. Pelea por seguir. Porque detenerse sería ceder el alma a la desesperación. En este gesto, Berserk recuerda que resistir no es negar el dolor, sino darle forma, canalizarlo, transformarlo.

Es un acto profundamente filosófico: decir sí a la vida incluso cuando no ofrece sentido. Nietzsche hablaba del eterno retorno: vivir de tal modo que desearías repetir tu vida infinitamente. Guts no lo desearía. Pero lo vive. Una y otra vez. Con su cuerpo, con su silencio, con su espada.

¿Por qué seguir leyendo Berserk?

Porque no es un manga sobre espadas y monstruos. Es un canto roto sobre la humanidad. Porque en cada página hay una pregunta sin respuesta. Porque Guts no es un héroe perfecto, sino una herida abierta que avanza.

Y sobre todo, porque Berserk no nos promete redención, pero sí algo más raro: un sentido nacido del caos. Como los trágicos griegos, como Dostoievski, como Nietzsche, Miura nos dice que tal vez no hay salida. Pero incluso entonces, podemos alzar la espada. Aunque sepamos que no venceremos. Berserk no me gusta solo por su historia. Me gusta porque me hace pensar. Me gusta porque no da respuestas fáciles. Porque se atreve a mirar al trauma sin decorarlo. Porque muestra que incluso entre la carne rota y la noche interminable hay lugar para una chispa. Una mano extendida. Un silencio compartido.

Y eso, en tiempos cínicos, es más revolucionario que cualquier rebelión.
Eso es lo que me enseñó Miura: que a veces, resistir es la forma más íntima de libertad.

15/7/25

Reseña | Siega



  • Título: Siega
  • Autor: Neal Shusterman
  • Editorial: Nocturna
  • Número de páginas: 524 p.
  • ⭐⭐⭐ Goodreads
Antes, las personas morían por causas naturales. Existían asesinos invisibles llamados enfermedades, el envejecimiento era irreversible y se producían accidentes de los que no se podía regresar. Ahora, todo eso ha quedado atrás y sólo perdura una verdad muy simple: la gente tiene que morir. Y esa es la tarea de los segadores. Porque en un futuro donde la humanidad controla la muerte, ¿quién decide cuándo y cómo sembrarla? Citra y Rowan acaban de ser seleccionados como aprendices de segadores. ¿Su objetivo? Superar las pruebas de su mentor, sean las que sean. Aunque en el proceso renuncien a todo lo que les hace humanos.

Tras el parón de las oposiciones he podido ponerme a leer de nuevo y, aunque hace mucho que no me decido por ningún libro juvenil, me habían tentado mucho con esta saga de Neal Shusterman. Es cierto que la premisa promete mucho: ¿Un mundo en el que la muerte ha dejado de existir y los propios humanos se encargan de ello? Lo compro al 100%. Quizá el problema ha sido, por tanto, encontrarme con que la ejecución no me ha apasionado tanto como querría. 
Como bien indica la premisa, la novela nos sitúa en un futuro distópico en el que el ser humano ha conquistado la muerte. Los individuos se reinician constantemente para parecer más jovenes y las enfermedades han dejado de existir. Además, todo está conectado a través de un asistente IA que todo lo ve y lo sabe. Aunque esto podría no parecernos tan lejano de la realidad y quizá algo deseable, lo cierto es que en este futuro que se nos plantea, la posibilidad de tener toda la información del mundo disponible ha hecho que a la gente le de pereza. Nadie busca nada, no quieren saber nada, toda información y conocimiento se ha vuelto prescindible. Todo, salvo la muerte, claro está.

19/3/25

Reseña | El imperio de los condenados



  • Título: El imperio de los condenados (2/3)
  • Autor: Jay Kristoff
  • Editorial: Nocturna editorial
  • Número de páginas: 920

TRÁEME LO QUE NECESITO, NIÑO. TRÁEME UN IMPERIO. 

 Gabriel de León ha perdido la oportunidad de acabar con la noche sin fin. Ahora, embarcado en una incierta alianza con una vampira, se propone recurrir a la enigmática estirpe Esani para averiguar cómo deshacer la muerte de los días... Por más que a los lobos no les inquieten los males de los gusanos. Perseguido por la estirpe Voss, arrastrado a letales contiendas en las gélidas Tierras Altas y destrozado por su propia sed de sangre, el último santo de plata sabe que quizá no sobreviva lo suficiente para presenciar cómo alguien muy importante para él descubre la verdad. Y puede que esa verdad sea demasiado horrible como para concebirla siquiera.

En noviembre de 2024 me leí el primer libro de esta trilogía, El imperio del vampiro y fue una absoluta obsesión. Quizá uno de los libros que más he disfrutado de todo el año y no me canso de recomendar que, si os gusta la fantasía oscura, le deis una oportunidad. Fueron muchas las personas que me dijeron que el segundo iba a superar con creces al primero, pero no me los creí. Siempre pienso que los segundos libros flojean, casi nunca me gusta el segundo libro de una saga o de una trilogía. Bien, este es una excepción

El imperio de los condenados mejora completamente el primer libro, no defrauda ni un poco y termina coronándose, dejando al lector con la miel en los labios para el tercero (que se publica en noviembre de 2025). En esta segunda entrega recuperamos la historia de Gabriel de León donde la habíamos dejado y nos encontramos con nuevos personajes que nos sorprenderán más de lo que parece de primeras. De hecho, a mí Dior no me gustaba especialmente en el primero, pero en este he sufrido infinitamente con ella. Mi niña. Solo puedo deciros que bendita San Dior, porque es un personaje formado por infinitas capas. Cuando parece que la has calado trae algo nuevo consigo, y la relación que tiene con el último santo de plata enternece hasta al más duro de los corazones. Por su parte, creo que en este segundo libro podemos ver una parte mucho más humana y vulnerable de Gabriel. Ya al final del primero comenzábamos a ver tras la coraza de esta leyenda de San Michon, pero en este segundo sus alegrías y sus miedos comienzan a ser mucho más evidentes tras esa dura égida que esconde su corazón. 

Por otra parte, creo que Celene Castia es una sorpresa, no me esperaba que este personaje tomase la importancia que tiene finalmente y, contra todo pronóstico, me ha parecido un añadido increíble a la trama aportando su punto de vista, que no siempre es especialmente fiable. No obstante, la complejidad que añade a la historia solo hace que mejorarala. Todos los personajes son una mezcla de luces y sombras que, aunque adoras, sabes que no son perfectos ni pretenden serlo. Podríamos decir que el autor hace que los vampiros sean mucho más humanos de lo que podríamos pensar. 

En cuanto a la trama, Kristoff explora las relaciones humanas, los miedos, las expectativas y las dos caras que toda buena historia tiene en un mundo oscuro lleno de dolor y un Dios que parece no escuchar plegarias. Esto, unido a una pluma ágil y amena que no permite que la tensión decaiga ni un solo segundo, hace que desde el inicio hasta el final estés completamente dentro de la novela. La narración sigue manteniendo la misma estructura de Gabriel de León contándole su historia al cronista, aunque con novedades, por lo que el presente del León negro de Lorson se mezcla con su pasado continuamente. La incorporación de Celene, la última de los Liathe, nos permite conocer mucho más sobre la trama de los Esani y la profecía que acabará con el fin de los días, aunque tampoco tendremos toda la información que querríamos. Además, a las nuevas incorporaciones en la trama, le sumamos personajes e historias que aparecían en el primero, aunque sea desde otro plano, lo cual ayuda a mantener esa continuidad entre ambas novelas.

La ambientación me parece de lo mejor que he leído últimamente. No sé hasta qué punto peco de estar obsesionada con la ambientación oscura, medieval, llena de simbología religiosa, plegarias y magia negra, pero cada oración que enuncian me pone los pelos de punta.  Me sigue fascinando cómo el autor consigue intercalar temas tan interesantes como la fe, la existencia de Dios, la esperanza, el sentido de la vida y el amor, en un mundo tan cruel y despiadado logrando darnos escenas terribles y escenas enternecedoras por igual. Todos los personajes son una mezcla de luces y sombras que, aunque adoras, sabes que no son perfectos ni pretendes serlos. Contra todo pronóstico, hace que los vampiros sean mucho más humanos de lo que podríamos pensar. 

En definitiva, El imperio de los condenados es una sobresaliente segunda parte al Imperio del vampiro que te deja con muchas ganas de más y, como viene siendo habitual, enunciando aquello que no podemos dejar de pensar:  

Y, ante los ojos de Dios y de sus siete Mártires, juro.
Que la oscuridad sepa mi nombre y se desespere.
Si arde, seré la llama.
Si sangra, seré la espada.
Si peca, seré el santo.
Y la plata


4/2/25

Reseña | El circo de la luna rota



  • Título: El circo de la luna rota
  • Autor: Ester León
  • Editorial: Raven ediciones
  • Número de páginas:498

Te damos la bienvenida al Circo de la Luna Rota. Después de tres años, hemos regresado a Venecia. Los sueños cobran vida entre nuestras carpas. Si te adentras en ellas, te prometemos un mundo de belleza y prodigios. Aquí, las estrellas son de hilo de plata y los sombreros de copa tienen vida propia. 

Sigue los pasos de Tommy, el librero invisible que nos guarda rencor. 

O los de Selene, la ilusionista condenada a un eterno segundo plano. 

Quizá te interese más caminar con Vincent, el emisario que esconde un secreto oscuro. 

 Aunque, si eso no te basta, hemos oído que un ángel de piedra ha cobrado vida en el cementerio. No tenemos claro si eso ha sido cosa nuestra. 

Pasteles de sueños, besos de cristal, cadáveres cubiertos de oro. Los rumores se retuercen en la ciudad. 

La fe del público hace extraordinario al Circo, pero ¿qué ocurrirá si la perdemos? 

Venecia se prepara para un carnaval único y, si escuchas con atención, oirás lo que susurran las mareas: Que empiece el espectáculo.

Esta es mi segunda lectura de este 2025 y, posiblemente, una de las mejores que he tenido últimamente. Recomendé por otras redes sociales esta novela incluso antes de terminarla y ahora, ya con ella finalizada, he de decir que ha superado notablemente mis expectativas. Si estáis dispuestos a darle una oportunidad a una novela que no se parece en nada a lo habitual, pero que cuenta una historia que no te puedes perder... entonces estáis en el sitio adecuado.