Título: Katabasis- Autor: R.F. Kuang
- Editorial: Hidra
- Número de páginas: 559
Empecé Katabasis con expectativas altas. Muy altas en realidad. No solo porque R. F. Kuang es una autora que ya me había conquistado antes (La guerra de la amapola me pareció potentísima), sino porque todo el mundo insistía en lo mismo: filosofía, lógica, profundidad, dark academia con cerebro. El cóctel prometía. Y, en cierto modo, cumple… pero solo hasta cierto punto.
La novela nos presenta a dos estudiantes de magia, Alice y Peter, en un entorno académico donde el conocimiento mágico se articula a través de reglas que remiten directamente a la lógica filosófica: silogismos, reglas de inferencia, lógica proposicional, incluso referencias explícitas al teorema de Gödel. Y siendo franca, todo esto me ha gustado mucho y me parece que está muy bien. Ver una disciplina tan poco reconocida y tan injustamente temida trasladada al terreno de la ficción me resultó muy agradable, especialmente proque es una de mis ramas predilectas dentro de la filosofía. He disfrutado enormenente de reconocer esos mecanismos, en ver cómo se intenta construir un sistema de magia que no se basa solo en la intuición o el poder bruto, sino en estructuras formales del pensamiento. El problema de esta novela es que Katabasis parece conformarse con eso. Con la idea.
Porque, pese a ese envoltorio filosófico, no me ha parecido una novela especialmente compleja, ni difícil de leer, ni densa, ni exigente. La trama es sencilla, lineal y perfectamente accesible. Y esto no sería ningún defecto si no fuera porque la novela quiere aparentar una profundidad mayor de la que realmente desarrolla. Se reviste de conceptos complejos, de terminología académica, de referencias cultas, pero rara vez las utiliza para empujar el conflicto hacia lugares verdaderamente incómodos o reveladores. La mayoría de las veces Alice cita normas o teoremas para plantear cuestiones que, posteriormente, se resuelven de otro modo. No he visto una profundidad detallada en la aplicación de tantos conocimientos filosóficos como menciona y, precisamente por ello, siento que termina siendo un escaparate de pseudointelectualismo barato.
En el centro de la historia, como decía anteriormente, está Alice, una estudiante marcada por la inseguridad y la comparación constante con Peter, su rival académico. Alice procede de un origen humilde; Peter encarna el talento natural, la facilidad, el éxito aparentemente sin esfuerzo. Esta dinámica es interesante, pero también bastante reconocible. La novela insiste una y otra vez en los complejos de Alice, en su sensación de inferioridad, en su necesidad de demostrarse válida. Funciona, sí, pero acaba por hacerse muy repetitivo y muchos plot twist se ven venir con bastante facilidad.
Peter, por su parte, termina revelándose como un personaje más humano de lo que Alice cree. Su imagen de prodigio perfecto se resquebraja, y entendemos que gran parte del conflicto nace de una percepción sesgada, más que de una rivalidad real. Hasta aquí, correcto. El problema es que este arco emocional acaba ocupando un espacio desproporcionado frente a otros elementos que prometían mucho más.
Y con esto llegamos a uno de los grandes “qué pena” de la novela: el descenso al infierno. La Katabasis del título no es metafórica: los personajes bajan literalmente al infierno, en una recreación claramente inspirada en Dante. El concepto es fascinante. Ver el infierno desde dentro, enfrentarse a sus reglas, a sus trampas, a la dificultad real de salir de él, es de lo más interesante del libro. Hay momentos muy logrados, especialmente en todo lo relacionado con las pruebas, los obstáculos y esos exámenes simbólicos que obligan a los personajes a confrontar vergüenzas, miedos y límites personales.
Pero todo esto está, a mi juicio, poco trabajado. Muchas ideas se simplifican demasiado rápido, se resuelven con una ligereza que contrasta con la gravedad de la situación. Y lo que más me ha frustrado: el descenso y el regreso del infierno parecen, en demasiadas ocasiones, supeditados a una trama amorosa entre Alice y Peter que me ha resultado francamente sosa. No aporta tensión real, no profundiza especialmente en los personajes y, desde luego, no está a la altura del marco simbólico en el que se inscribe.
El sistema de magia, por otro lado, me ha parecido uno de los puntos fuertes. Es coherente y, en algunos momentos, me ha parecido realmente ingenioso. Se nota el esfuerzo por construir algo distinto, algo que dialogue con el pensamiento lógico y filosófico. Pero, de nuevo, la sensación general es que el conjunto no termina de estar a la altura de sus partes.
Katabasis se lee rápido. Se disfruta. Tiene imágenes potentes, ideas interesantes y un escenario con muchísimo potencial. Pero, al cerrar el libro, no he sentido que estuviera ante una obra profundamente filosófica ni ante un dark academia especialmente incisivo. Más bien, me ha parecido una novela que habla de filosofía sin arriesgarse a pensar de verdad a través de ella. Que utiliza conceptos complejos como ornamento, no como motor.
Y quiero dejar algo claro: esta decepción no se debe del rechazo a la autora. Al contrario. Precisamente porque sé de lo que es capaz R. F. Kuang, porque sé que puede escribir historias duras, incómodas y profundamente reflexivas, Katabasis me sabe a intento a medio camino. Babel no lo he leído pero, por lo que he oído empiezo, a sospechar que esta línea no es exactamente lo que busco cuando una novela promete profundidad filosófica.
En resumen, Katabasis es un buen intento. Tiene una idea potente, un sistema de magia atractivo y un escenario que podría haber dado mucho más de sí. Pero su ejecución se queda corta. No es una novela vacía, ni mucho menos, pero sí una que parece más profunda de lo que realmente es. Y cuando una obra apunta tan alto, esa diferencia se nota.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog se alimenta de tus comentarios, y tu opinión siempre será bien recibida. NO SPAM.